sábado, enero 26, 2008

Silencio


En ocasiones, cultivamos el silencio con alguien. No por ello dejamos de decirnos. Hay palabras que lo preservan. No faltan, aunque son infrecuentes, quienes con su decir adecuado, conveniente, convincente, son capaces de componer y de conformar espacios de silencio donde respirar y desear. Es como si a su lado fuera posible reponerse de una sarta de dichos, dimes y diretes, de una sobredosis de información, de un empacho de noticias, anécdotas y curiosidades, en ocasiones pretenciosas, que, no hacen sino acallar el presente.Respondemos, a veces, con un elocuente silencio. No hablamos, pero decimos. Abrimos un tiempo entre palabras que es más que una pausa o un puente tendido. Es como si lo dicho se desfondara hacia otro lugar donde volver a responder y vibrar. No es solo que no digamos para ocultar o para no mentir, o para hacerlo, o para desconcertar. Aprender a tachar nuestras propias palabras, a borrarlas cada vez, a no entronizarlas grandilocuentemente, es devolverles esa sencillez en la que se limitan a decir lo que dicen. En ese silencio es cuando en verdad hacen.Hay en ciertos rostros una mirada del silencio, un rastro de su fecunda labor. No es la palabra de una rendición o de un temor, sino la serena convivencia con un espacio despoblado de fruslerías, no un simple vacío, sino un vaciamiento de las estupideces cotidianas, una habitación, una meditación. Y se les nota.Quedar con alguien para silenciarse con él, con ella, no es simplemente conjurarse para guardar secreto alguno. Es proponerse otro modo de decir y de decirse, en el que en lugar de lanzar sobre el otro una sarta de palabras, quedamos concitados a escuchar a la vez. Y entonces cabe hablar como si las palabras nos vinieran del otro y no de ninguna intención interior. Escuchar con alguien es generar posibilidades al silencio. Hay quienes no lo soportan y necesitan que haya una proliferación de sonidos. Todo lo pueblan de ruidos, más o menos articulados. Taponan los oídos con la excusa de oír otras melodías. No pueden resistir lo que se escucha en el silencio, el rumor incesante, el murmullo insonoro, o quizá el propio latido de sus deseos e insatisfacciones. Convivir con el silencio constitutivo es la única posibilidad de decir una verdad. Quien lo hace podría tal vez entregarse a la palabra que nos llega y entonces es que daría gusto oírle.
Pdt: va por ti...